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Comienza el mundial. OK… comienza la fase final del mundial que empezó con las eliminatorias, pero ¿Habrá otro acontecimiento que nos ponga tan atentos a los argentinos?
Por gusto o por disgusto todos hablamos del mundial: los que están a favor, porque no ven la hora de poder descargar toda la ansiedad contenida durante cuatro años y celebrar con los triunfos de la celeste y blanca; y los que están en contra porque podrán disfrutar de la tranquilidad de las calles y negocios mientras los “cabeza de pelota” miramos los partidos (los partidos, las repeticiones, las jugadas polémicas, las repeticiones, las notas, las repeticiones, los festejos, las repeticiones… ¿estoy un poco repetitivo no?)
Por amor o por odio todos hablamos de Maradona y su equipo: los que lo tienen (tenemos) como ídolo, porque quieren (queremos) que le vaya bien en todo lo que haga y porque consideran (consideramos) que si el 10 pasa la prueba, todos podremos estar contentos; sus detractores, en cambio, utilizan todos los argumentos posibles para denostarlo, para achacarle que en el mundial 94 nos quedamos afuera por su culpa (sin acordarse de que por “su culpa” salimos campeones del mundo en el 86), para enrostrarle sus problemas con las drogas (parece un sobrehumano, pero no deja de ser un humano con defectos y virtudes), para disfrutar de sus sufrimientos. Los hinchas de River no lo quieren porque es de Boca y los de Boca no lo quieren (ahora) porque no llevó a Riquleme (que renunció solito eh!!).
Cuando Maradona jugaba uno estaba tranquilo, porque las cosas estaban en sus manos (o mejor dicho en sus pies), pero en este caso, donde no todo lo podrá decidir él en la cancha, los nervios y la inquietud hacen que no veamos la hora de que empiece a jugarse.
Confiamos muchísimo en el equipo argentino. Bancamos a los 23 que Diego eligió.
Esperamos que todo salga de la mejor manera.
Diego y nosotros lo merecemos.
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